Un buen jamón está al alcance de casi todos y sin duda es un alimento digno de reyes. Su sabor es increíble, su textura alucinante y nuestro paladar se derrite a cada bocado. Pero quizás no sabías que su calidad está a la altura de su valor nutricional y esto convierte al jamón en un elemento indispensable para nuestra mesa. ¿Necesitas un refuerzo de hierro? ¿Tal vez de vitaminas? Pues pasa de las pastillas.

“Medicina” tradicional

El jamón tradicionalmente ha sido recomendado para los jóvenes en edad de crecimiento y también para las personas que tienen carencias de ciertos elementos y necesitan un refuerzo en su dieta. Uno de los aspectos fundamentales es que se trata de un alimento rico en aceites saludables, de esos que reducen los niveles de colesterol en la sangre, y que además tiene grandes aportes de vitaminas y minerales, elementos todos ellos indispensables para la buena salud de nuestro organismo.

En este sentido, el jamón ibérico de bellota destaca sobre todo por la gran cantidad de hierro que tiene, que se puede observar en su color rojizo y hasta ligeramente en el sabor. Ésta es la garantía de que se trata de un alimento rico en este mineral. Y es que desde siempre hemos intuido que el jamón era muy saludable, pero las últimas investigaciones nos han revelado que va mucho más allá de lo que pensábamos.

Podemos destacar un estudio impulsado por la Universidad de Granada, que ha corroborado no solo la calidad del jamón ibérico sino también sus propiedades para la salud. En el mismo podemos comprobar, por ejemplo, que consumir este alimento nos da casi la mitad de la cantidad recomendada de hierro que necesitamos cada día.

Vitaminas y minerales

Además del hierro, el jamón ibérico tiene otros minerales como zinc y vitaminas B1, B2, B3 y B6. En cuanto al zinc, el jamón cubre hasta un 35% de las necesidades de los adultos y está especialmente recomendado para las dietas de los bebés y en general para personas jóvenes. En el caso de los más pequeños, es esencial para su correcto desarrollo durante el periodo de lactancia. Y en aquellos niños que son un poco más grandes, muy adecuado para reforzar su sistema inmunitario y también para alcanzar un correcto tono muscular.

La vitamina B1 es también conocida como tiamina y está presente en nuestro metabolismo, asociada a los carbohidratos que intervienen en el consumo de energía y por tanto garantizando las funciones vitales de nuestro cuerpo.

La vitamina B2 o riboflavina se relaciona con la absorción de grasas, carbohidratos y proteínas por parte del metabolismo. Además, aumenta la regeneración de la piel, de las mucosas y muy especialmente de las corneas, garantizando una mejor capacidad de visión.

La niacina es la vitamina B3 y tiene un papel importante a la hora de eliminar las sustancias toxicas que crea nuestro organismo y también en el desarrollo hormonal, tanto asociado a la sexualidad como al estrés.

Y por último, la piridoxina o vitamina B6, se ocupa básicamente de mantener un correcto funcionamiento de nuestro cerebro. Esta vitamina nos ayuda a controlar nuestro estado de ánimo, produciendo elementos como la serotonina, que en las cantidades adecuadas pueden disminuir la ansiedad, depresión y otros trastornos similares.