Si eres una de esas personas que quiere estar informada del vino que compra en la tienda o pide en el restaurante, lo más aconsejable es que eches un vistazo a las fichas de cata, donde podrás encontrar una serie de datos que te ayudarán a comprender mejor las características del producto. Estas fichas están redactadas normalmente por las propias bodegas e incluso las podemos encontrar en sus páginas webs para consultarlas en cualquier momento.

Grado de alcohol

Uno de los datos más comunes que aparece en la etiqueta del vino es su grado alcohólico. El alcohol es el resultado de la fermentación del azúcar, que está presente de manera natural en las uvas, junto a la levadura. La cantidad final de glucosa presente en la uva es la que va a determinar el nivel de alcohol del vino, aunque se necesitan normalmente 17 gramos de azúcar por litro de mosto.

Acidez total

Este dato es menos conocido que el anterior pero también muy relevante. La acidez total de un vino es la suma de sus componentes fijos y volátiles, que nos van a indicar que número de sustancias ácidas están presentes en el vino. Este grado le va a otorgar una categoría y va a ser clave a la hora de conservarlo durante años. En un tinto, la acidez va a depender en buena medida de la maduración de las uvas y está en torno a los 4 o 5 gramos por litro. Mientras que en los blancos, los niveles son superiores, normalmente de 6 a 9 gramos por litro.

PH

El pH del vino está relacionado también con su acidez y cuando medimos su intensidad podemos calcular este parámetro. La acidez máxima tiene el valor de 1 y la mínima de 7, que es el equivalente a un elemento neutro. El pH del vino oscila entre 2,70 para los muy ácidos y 3,90 para los que poseen una acidez nula.

IPT

Este indicador son las siglas de “Índice de polifenoles totales”. Los polifenoles son elementos que proceden de la uva y son los responsables de que el vino tenga ese color rojo o amarillento. Se forman a partir de los taninos que podemos encontrar en la piel y las semillas de la uva, potenciados durante la crianza en barriles de roble, debido a que esta madera también presenta estas sustancias. Sus propiedades para la salud son de sobra conocidas, pero además son un antioxidante natural que van a ayudar a conservar el vino. También son responsables los taninos del gusto amargo de esta bebida y podemos verlos a simple vista a manera de sedimentos en los fondos de las botellas.

Azúcares reductores

Uno de los componentes esenciales del mosto de la uva que da origen a su sabor dulce. Los más habituales son la glucosa y la fructosa, que como vimos antes, gracias a la acción de la fermentación producida por la levadura, se van a convertir en el alcohol etílico que caracteriza a los vinos. Cuando este proceso es absoluto se dice que el vino es seco, aunque lo normal es que quede algo de azúcar sin fermentar, que son los denominados azúcares reductores.